Después de casi tres meses sin ver una gota por el cielo de Madrid, el jueves llovía con ganas. Ahora que lo pienso, un montón de días importantes en mi vida han estado marcados por la lluvia.
El jueves, 3 de marzo, entré en Cenas Adivina, el nuevo local de Silvia en Madrid, para celebrar mi primer libro, hablar de él y, sobre todo, hacer tangible que era autora.
Cómo cuesta reconocer y ponerte algunas medallas. De hecho, aún no me considero ni autora ni escritora. Para mí, la celebración tenía tres puntos muy importantes…

¡Celebrar! Soy disfrutona y no hay nada que me guste más que una cerveza que se alarga. En el terreno profesional, sin embargo, me cuesta infinito reconocer alegrías o celebrarlas. Siempre estoy pensando en el siguiente paso, el siguiente proyecto…
Esa sensación de que nunca es suficiente me persigue constantemente y convierto casi todo en una carrera contrarreloj. Con el libro, no quería que este error se repitiera y me paré a brindar.

Al mismo tiempo, el libro está lleno de ejemplos de las mujeres que me han inspirado. Desde la propia Silvia, que me brindó su espacio, hasta otros nombres como María Fornet (escribió el prólogo y estuvo muy presente en cada minuto a través de la pantalla), Mónica Galán, Jana Fernández o Susana Torralbo, cuyos testimonios sobre gestión de redes han quedado grabados en el libro.
Una vez más, quería dejar constancia de que, gracias a su ejemplo, otras mujeres ven que pueden emprender, montar negocios a su medida y vivir infinitamente mejor.

Por último, la pieza más importante y que tiendo a olvidar. Aunque no digo que no a un café sin reloj, sí soy cuadriculada y tiendo a separar mi vida profesional de la personal hasta el extremo. En esta ocasión, me cegué por la necesidad de separar celebraciones y mantener mi vida aparte de todo lo que muestro en Mis30horas.com
Afortunadamente, hay personas como Sonia (de Vesta Proyectos y mi socia en Lidera-te) que respetan los márgenes y los rompen a golpe de palabras cariñosas, de discursos nerviosos y confesiones. Del mismo modo, Guiomar (editora del libro) supo vivir en esa línea y dedicarme unas palabras tan bonitas que casi las tacho de exageradas.
Por supuesto, cierro con las fotos de Mar (Yvolar fotografía) una constante detrás de la cámara en todo mi emprendimiento y la única fotógrafa que consigue que la mire a los ojos.
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